sábado, 10 de enero de 2009

TODO LUZ ...PARA MI POETA...


Siempre fue el caballero de luz. A mi sólo me permitía contemplarlo en la lejanía, sólo pudo robarle instantes de su existencia con la mirada, sólo era un destello fugitivo que siempre acababa evaporándose, una estrella fugaz a la que ella lanzaba sus mejores deseos, pero al fin y al cabo siempre fue el caballero de luz. Resplandecía luz blanca por todos sus rincones, su ropa inmaculada, que apoyada sobre la cal de las fachadas, desprendía un blanco que cegaba más todavía; sus orígenes de casitas blancas, hilvanadas en la esquinita que su corazón dibujaba entre su recuerdo y su olvido; sus ojos, pura luz, a pesar de no conocer el enigma que escondían; sus manos sanadoras y cristalinas; su caminar limpio y claro como una mañana de abril; su voz, escasamente capturada, también irradiaba rayitos de sol con cada vibración. Y ahora, que había conseguido hacer una pequeña incursión en su alma, yo sabía que ésta también era toda luz.El misterio de la luz podría haber sido un buen título para su historia, porque yo siempre hipnotizada por esa luz, como una cobra hechizada por la melodía del tumarit, arrastrándose sigilosa a buscar la fuente del imán que le despertó de su letargo. Fue esa luz la que le había dirigido en todo momento, como una estrella de Belén, hacia el manantial de su origen, el caballero de luz.Ahora la vida le brindaba la oportunidad de descifrar ese misterio y yo, sin dudarlo,tome el impulso preciso para saltar por encima de la timidez que la había paralizado meses y aceptar ese regalo con convicción. Fue tan rápido, pasó de nuevo como un chispazo delante de mis ojos, otra vez parecía querer volatilizarse, pero yo no podía permitirlo, una voz interior se prendió fuerte a su cabeza (“este tren es tu tren, atrapalo”), dirigiendo con coraje todas sus acciones hacia su encuentro hasta situarse frente a frente intentando aparentar seguridad y despreocupación en la voz.Por fin, el caballero de luz estaba iluminándola directamente con su sonrisa que se mostraba ante ella como esa claridad cegadora al final del túnel de que algunos hablan. Sus ojos contenían soles, lunas y estrellas. Su voz océanos de miel. Sus manos volcanes de fuego. Sus cabellos campos de trigos maduros. Su cuerpo torrentes de vibraciones eléctricas…La atmósfera cambió, todo desapareció, todo menos ellos. El misterio de la luz empezaba a cobrar todo su significado

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