viernes, 8 de mayo de 2009


emocionales humanos más frecuentes y dolorosos, la depresión. Se puede decir que el tango es, entre otras cosas, un verdadero tratado sobre la melancolía.
Freud concluyó en 1915 Duelo y Melancolía, artículo que se constituyó en la fuente de casi todas las aproximaciones posteriores al tema en el campo del psicoanálisis. Decía que la melancolía era "una desazón profundamente dolida, una cancelación del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de toda productividad y una rebaja en el sentimiento de sí que se exterioriza en auto-reproches y auto-denigraciones y se extrema hasta una delirante expectativa de castigo".
La búsqueda de ciertos valores absolutos marca el sufrimiento del melancólico: cuanto más alto son los valores buscados, más doloroso es el efecto por no alcanzarlo. La melancolía es el tormento de un ideal que no se puede alcanzar o peor aún, que se perdió.
Y ¿de que habla el tango? ¿Cual es su relación con la melancolía? Que precisamente muchos de ellos lo hacen sobre recuerdos de lo perdido, de desilusiones, de traiciones amorosas, de la falta de valores, de sueños hechos pedazos, del ayer, de la soledad...Evoca y añora la relación ilusoria con valores que se creyeron absolutos alguna vez, por el influjo de la pasión que no dejaba ver lo efímero de la realidad. Ya Descartes advertía que de las pasiones depende todo el bien, pero también todo el mal de la vida. (Y eso que no había escuchado un tango).
Los tangos son recuerdos. Recuerdos que transportan a experimentar el hecho triste. Su letra describe a quien ha perdido una experiencia de plenitud, pero intenta transformar la experiencia de pérdida en una experiencia de plenitud. Esta idea de la pérdida como una plenitud parece naturalmente paradójica , pero está muy presente en el tango. Por lo tanto, se puede gozar con la melancolía. Este es, precisamente, el mensaje básico del tango.
Origen del tango.
El tango es triste por vocación y por herencia, ya que entró en el Río de la Plata en boca de los negros. En varios dialectos africanos la palabra tango significa un lugar cerrado. Sábato vincula el tango con lo "esencialmente argentino" porque lo cree fruto de una metafísica de la historia nacional: "pocos países en el mundo debe de haber en que el sentimiento de nostalgia sea tan reiterado: en los primeros españoles, porque añoraban su patria, lejana; luego en los indios, porque añoraban su libertad perdida y su propio sentido de la existencia; más tarde en los gauchos desplazados por la civilización gringa, exilados en su propia tierra, melancólicamente rememorando la edad de oro de su salvaje independencia; en los viejos patriarcas criollos, porque sentían que aquel hermoso tiempo de la generosidad y de la cortesía se convertía en el materialismo y mezquino territorio del arribismo y de la mentira". Y a esa base híbrida de sucesos y sensaciones se suma un último hecho significativo: "los inmigrantes, porque extrañaban su viejo terruño europeo, sus costumbres milenarias, sus navidades de nieve junto al fuego, las viejas leyendas de sus lares".
Para Sábato el tango encarna la nostalgia, la tristeza, la frustración, la dramaticidad, el descontento y el rencor. Y, aunque tal vez pueda parecer paradójico, lo considera un hecho positivo porque a través de su expresión artística (sus letras y su danza) se constituye no solamente en expresión de lo argentino, en esa búsqueda incesante de identidades que cumple cada país, sino en un vehículo de la liberación de esa nostalgia y esa tristeza.
Dice Elba Gallenti que el tango nació en los suburbios de Buenos Aires entre finales del siglo XIX y el XX, en un paisaje pleno de transformaciones a consecuencia del desarrollo de la ciudad. A partir de 1880, Buenos Aires se convierte en la Capital de la República, trayendo una etapa de progreso. Estaba dirigida políticamente por una clase culturalmente europeizada y la mano de obra trabajadora provenía mayoritariamente de los suburbios. Más de un millón de hombres solos, inmigraron desde Europa con el sueño de " hacer la América", y cientos de familias inmigrantes vivían en casas colectivas, los “conventillos”. Las zonas ribereñas del Riachuelo -al sur de la ciudad-, los prostíbulos, los “piringundines” o casas de baile con sus “minas” (lugares frecuentados por marineros, “milicos” licenciados, trabajadores y peones de los mataderos), barracas de cueros, guapos, gente de la calle y los patios de los conventillos, sirvieron de marco inicial a la música que con los años se transformaría en el mundo en el símbolo de Buenos Aires. Con los arrabales como fondo, nace el tango como danza que sintetizaba dos escenas prohibidas: el duelo criollo y la relación sexual. En sus comienzos era solamente instrumental y la melodía se ejecutaba con guitarra, violín y flauta. Años después se le agregó el bandoneón, un instrumento procedente de Alemania, que con el tiempo resultaría no sólo emblemático sino insustituible. En determinado momento los compositores de tangos incluyeron letra y , naturalmente, glosaron situaciones y hechos de los ambientes en que se bailaba y apreciaba su música: los ambientes marginales de la ciudad. Sus temas eran los temas de aquellos barrios en los que se hacinaba los inmigrantes y las clases más pobres. Una gran variedad de grupos étnicos y culturas distintas entraron en contacto en los arrabales de Buenos Aires, que era una ciudad portuaria de acelerado crecimiento hacia fines de 1800. El proceso de sincretismo cultural se dio también por el otro lado del Río de la Plata, en Montevideo, y por las mismas razones. El tango nació dentro de un estado de ánimo inestable y desarraigado de las personas y llegó a ser un idioma expresivo de las emociones.
Algunos temas del tango
El tango es quizás una de las manifestaciones culturales donde con mayor precisión se recogen los aspectos más característicos de la melancolía. El aislamiento, la soledad, la culpa, el carácter torturante de sus amores, la postergación permanente, la muerte son temas de un tango que se precie de tal. Hay excepciones, claro está, pero a sólo efectos de justificar esta regla.
Las letras de tango se estructuran generalmente alrededor de uno o varios síntomas depresivos, y son desde una perspectiva fenomenológica de una riqueza excepcional. En ellas se pueden encontrar descripciones de conductas sintomáticas muy superiores a las encontradas en la mayoría de los tratados clásicos sobre la materia.
Soledad: La soledad es un tema recurrente existiendo dos tipos distintos: la soledad emocional y la soledad social. La primera por falta de una relación intensa o relativamente perdurable con la persona amada. La segunda por la exclusión a un grupo social que proporcione un sentido de pertenencia, basado en el compartir preocupaciones, trabajo u otra actividad.
Ven, triste me decías/ que en esta soledad/ no puede más el alma mía.../ Ven y apiádate de mi dolor / que estoy cansada de llorarte/ de sufrir y de esperarte/ y de hablar siempre a solas con mi corazón... (En esta tarde gris, de José Contursi)
¿A donde fue tu amor de flor silvestre?/ ¿A donde, a donde fue después de amarte?/ Tal vez mi corazón tenía que perderte/ y así mi soledad se agranda por buscarte.../Y estoy así, cansado de llorar/ trenzado a tu vivir con trenzas de ansiedad sin ti/ ¿por que tendré que amar y al fin partir? (Trenzas, de Homero Expósito)
En la soledad de tu pieza de soltera está el dolor/ triste realidad/ es el fin de tu jornada sin amor.../Lloras y al llorar/ van las lágrimas templando tu emoción/ y en las hojas de tu viejo novelón/ te ves, sin fuerza, palpitar...(Nunca tuvo novio, de Enrique Cadícamo)
¿Donde están mis amigos? No los veo/ ¿Donde están mis hermanos? No los hallo, ay/ solito he de llorar/ solito he de sufrir/ solito yo me tengo que morir. (Me duele el corazón, de Yeguit y Mendoza).
La pérdida: el melancólico se queda con lo perdido, con el tiempo que ya pasó y que se llevó todo lo valioso. Llora y no puede cambiar para buscar otra cosa para su presente, ya que el mañana es en realidad el ayer. Algunos tangos señalan, precisamente, lo mismo. El tango dice que si bien hay cosas hermosas que estaban ahí, se perdieron y es en vano intentar recuperarlas. El sujeto habitual es un “yo incompleto”. Ha sido tentado, ha saboreado el lejano placer de la fantasía y se ha quedado vacío, afuera, con el alma abandonada, sin capacidad para volver a sentir por que la energía inicial dio paso a la desesperanza
Donde estás corazón/ no oigo tu palpitar/ es tan grande el dolor/ que no puedo llorar (Donde estás corazón, de Serrano).
¿Dónde estará, perdida/ en que confín del viento?/¿dónde estará, envuelta/ en que jirón de lamento?/¿dónde estará,/ para decirle un tango cara a cara,/ y decirle que mañana es el ayer...?/¿dónde estará?. (Letra de tango, de F. Silva).
¿Donde estará mi arrabal?/ ¿Quién se robó mi niñez?/ ¿En que rincón luna mía/ volcás como entonces/ tu clara alegría? / Veredas que yo pisé.../ malevos que ya no son/ bajo tu cielo de raso/ trasnocha un pedazo de mi corazón. (Tinta roja, de Cátulo Castillo).
El recuerdo es emoción/ y al mirar que ya no estás/ se me encoge el corazón/...¿que fue de aquella rueda de amigos/ ¿que se hizo de mi romántico amor...? (Palais de Glace, de E. Cadícamo).
Querer olvidar: el melancólico sufre con mucho dolor: tiene penas que busca olvidar pero de manera casi obsesiva el pasado doloroso retorna. Intenta escapar de su pasado pero no puede, entre otras cosas porque ahí están sus ilusiones y sus pasiones. El tango, al igual que el melancólico, tiene su ética y respeta valores fundamentales de la vida, tales como el amor, la muerte, la amistad.
Mozo traiga otra copa/ y sírvase de algo que quiera tomar/ que ando muy solo y estoy triste/ después que supe la cruel verdad/ Olvide, amigos, dirán algunos/ pero olvidarla no puede ser/ y si la mato, vivir sin ella/ vivir sin ella nunca podré. (La copa del olvido, de Alberto Vacarezza).
Dolor que muerdes las carnes/ herida que hace gritar/ vergüenza de no olvidarte/ si yo sé que no vendrás (Martirio, de Discépolo).
En esta noche tan fría y tan mía/ pensando siempre en lo mismo, me abismo/ Y aunque quiera arrancarla/ desecharla/ y olvidarla/ la recuerdo más (Garúa, de E. Cadícamo).
Quiero ahogarte en mis recuerdos/ sepultarte en el olvido/ no acordarme de que has sido/ para mí luz y ternura/ fundirte en la noche oscura/ de mi olvido sin piedad (Calla corazón, de Delfino).
Vivir en el pasado: lo paradójico de la melancolía es que aunque el pasado se ha instalado en el presente y se sufre por él, parece que todo tiempo pasado fue mejor. Aún si duele y hace sufrir. Por lo tanto, se intenta ser feliz con lo que hace doler. La melancolía es una manera de tener lo no tenido.
Porque cuando pibe/ me acunaba en tangos/ la canción materna/ que llamaba el sueño/ y escuché el rezongo/de los bandoneones/ bajo el emparrado/ de mi barrio pobre. (Porque canto, de Celedonio Flores).
Acuden a mi mente/ recuerdos de otros tiempos/ de los bellos momentos/ que antaño disfrute/ cerquita de mi madre/ santa viejita/ y de mi noviecita/ que tanto idolatré (Adios muchachos, de César Vedani).
Como olvidarte en esta queja/ cafetín de Buenos Aires/ si sos lo único en la vida/ que se pareció a mi vieja/ en tu mezcla milagrosa/ de sabihondos y suicidas/ yo aprendí filosofía, dados, timba y la poesía cruel/ de no pensar más en mí (Cafetín de Buenos Aires, de Santos Discépolo)
Nostalgias de las cosas que han pasado/ arena que la vida se llevó/ pesadumbre de barrios que han cambiado/ y amargura del sueño que murió ( Sur, de H. Manzi).
La madre: es una figura que representa lo ideal. Casi sin excepciones es siempre comprensiva, sincera, abnegada, casta, sufriente y asexuada. Representa la última reserva de amor puro adonde siempre se puede volver. Y donde el protagonista asume todos sus defectos: vividor, otario, tramposo, asesino, vago o alcohólico. Y que ya un tanto cincuentón se refugia en un psiquismo adolescente
Vuelvo vencido a la casita de mis viejos/ cada cosa es un recuerdo que se agita en mi memoria./ Mis veinte abriles me llevaron lejos/ locuras juveniles, la falta de consejos... Solo la madre nos perdona en esta vida/ es la única verdad/¡es mentira lo demás! ( La casita de mis viejos, de Cadícamo).
Pagando antiguas locuras/ y ahogando mi triste queja/ volví a buscar en la vieja/ aquellas hondas ternuras/ que abandonadas dejé/ Y al verme nada me dijo/ de mis torpezas pasadas/ palabras dulcificadas de amor por el hijo/ tan solo escuche (Madre hay una sola, de José de la Vega).
¡Pobre viejecita que llorando está/ por la mala hija que no volverá/ Huyó de su lado tras un falso amor/ y hoy la pobre madre muere de dolor.../ Y la santa madre que tanto espero/ la vuelta de aquella que nunca volvió/ en su pobre lecho, antes de morir/ a tan mala hija supo bendecir (No llore viejita, de Julio Aparicio).
Hoy pienso en mi viejota/ resignada, noble y buena/ angustiada mi alma grita:/ cada cana es una pena/ que le ha dado el hijo cruel (Desaliento, de Luis Castiñeira).
El abandono: para el melancólico implica la exclusión del individuo de alguna relación en la que se sentía incluido o contenido afectivamente, dejándolo en el desamparo con sus angustias y con su existencia vacía como único horizonte visible. En el tango no existe la esperanza mística, no hay Dios ni dioses, solo fragmentos de memoria que atormentan por el abandono sin dar respiro y conducen hacia ese “pálido final”.
Los amigos ya no vienen/ ni siquiera a visitarme/ nadie quiere consolarme/ en mi aflicción.../Desde el día que te fuiste/ siento angustias en mi pecho/ decí percanta que has hecho de mi pobre corazón.../ Y aquel perrito compañero/ que por tu ausencia no comía/ al verme sólo el otro día/ también me dejo ( La cumparsita, de Pascual Contursi)
Cuando voy a mi cotorro/ y lo veo desarreglado/ todo triste, abandonado/ me dan ganas de llorar/ y me paso largo rato/ campaneando tu retrato/ pa´ poderme consolar ( Mi noche triste, de Pascual Contursi).
La mujer que yo quería con todo mi corazón/ se me ha ido con un hombre que la supo seducir/ y aunque al irse mi alegría se llevó, no quisiera verla nunca, que en la vida sea feliz...(Sentimiento gaucho, de Juan Caruso).
Padre nuestro que estás en los cielos/ que todo lo sabés, que todo lo ves/ ¿Porque me abandonas en esta agonía?/ ¿Porque no te acuerdas de hacerlo volver? (Padre nuestro, de Alberto Vaccarezza).
La risa o el alcohol para no llorar: así como el melancólico puede utilizar el mecanismo de negación para intentar anular su malestar, en el tango pasa algo similar. A veces de manera espontánea, a veces a través del alcohol.
Patotero, rey del bailongo/ patotero sentimental/ escondés bajo tu risa/ muchas ganas de llorar (Patotero sentimental, de Manuel Romero).
Vamos ¿no ves que ella ríe?/ ¡no es de este siglo llorar!/ ¡Dale! Mandate otro whisky/ total la guadaña nos va a hacer sonar (Whisky, de Rector Marcó).
Yo también como el payaso/ de la triste carcajada/ tengo el alma destrozada/ y también quiero olvidar/ embriagarme de placeres/ en orgías desenfrenadas/ con mujeres alquiladas/ entre música y champagne (El payaso, de Carmona y Falero).
Quiero emborrachar mi corazón/ para apagar un loco amor/ que más que amor es un sufrir/ y aquí vengo para eso/ a borrar antiguos besos/ en los besos de otra boca.../ Si su amor fue amor de un día/ ¿por que causa es siempre mía/ esta cruel preocupación?/ Quiero por los dos mi copa alzar/ para borrar mi obstinación.../ ¡ y más la vuelvo a recordar! ( Nostalgias, de Domingo E. Cadícamo).
¿ Es el tango un balance negativo de la vida? Sin duda, la respuesta es negativa. La historia singular del hombre siempre se escribe con pasiones, nunca con razones. El tango habla de crisis pasionales, donde los valores están en carne viva y con riesgo de hacer perder el sentido de la existencia. Detrás del dolor hay vida y el tango es una manera de sublimar el sufrimiento.
A quien esto escribe el tango le resulta fascinante. ¿Por qué? La mejor respuesta quizás esté en un tango:
Que ¿por qué me gusta el tango?/ porque el tango se escribió con notas de sufrimiento/ y con frases de dolor/ porque sus compases hablan de la ausencia de un amor/ o de la frialdad de aquella que el corazón nos robó./ A veces expresa rabia/ por una infame traición/ otras reproche a la vida/ que con sañas nos trató/ y cuantas veces es llanto/ que brotó del corazón/ por la viejita que un día/ para siempre nos dejó./ Todos, todos tenemos sin duda algo que recordar/ y en un tango nuestra historia/ siempre habremos de encontrar ( Por que, de Manzi y Malerba).

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